Apuntes sobre Codependencia y Arte Moderno

3.11.11

Love Me, 2006, Impresión.





Si tu quieres cambiar a alguien es porque no el aceptas y si no le aceptas es porque no le amas
aceptación plena por el otro y por uno mismo.

15.10.11

Autorretrato 2006






Apoderarnos de nuestra fuerza
Hay un sentimiento al que le tenemos que prestar una particular
atención durante la recuperación: sentirnos victimados. No
necesitamos acostumbrarnos a sentirnos a gusto con ese sentimiento.
¿Cómo nos sentimos cuando hemos sido víctimas de alguien?
Impotentes, furiosos, desamparados, frustrados.
Es peligroso sentirse victimado. A menudo, esto nos puede lanzar a
conductas adictivas o a otras conductas compulsivas.
En la recuperación estamos aprendiendo a identificar cuándo nos
sentimos victimados, cuándo hemos sido victimados en realidad y por
qué nos estamos sintiendo victimados. Estamos aprendiendo a
apoderarnos de nuestra fuerza, a cuidar de nosotros mismos y a
retirarnos de nuestro papel de víctimas.
A veces, apoderarnos de nuestra fuerza significa darnos cuenta de
que nos estamos victimando a nosotros mismos, y que los demás no
están haciendo nada para lastimarnos. Ellos están viviendo su vida,
como es su derecho, y nosotros nos estamos sintiendo víctimas porque
estamos intentando controlar su proceso o, de manera irracional,
estamos esperando que ellos cuiden de nosotros. Nos podemos sentir
victimados si nos quedamos atascados en una creencia codependiente,
tal como ....Los demás me hacen sentir.... Los demás tienen la llave de
mi felicidad y mi destino.... o, no podré ser feliz a menos que otro
se comporte de determinada manera, o de que sucedan ciertas
cosas.....
Otras veces, apoderarnos de nuestra fuerza significa que nos damos
cuenta de que estamos siendo victimados por la conducta de otra
persona. Están siendo invadidos nuestros límites. Es ese caso,
indagamos qué necesitamos hacer para cuidar de nosotros mismos e
impedir que continúe la victimación; necesitamos fijar límites.
A veces, lo único que se requiere es un cambio de actitud. No somos
víctimas.
Luchamos por sentir compasión hacia la persona que nos victimó, pero
comprendemos que a menudo la compasión viene después, cuando nos
hayamos despojado de nuestro papel de víctimas en cuerpo, mente y
espíritu. También entendemos que sentir demasiada compasión puede
volver a ponernos de inmediato en el cajón de las víctimas. Sentir
demasiada lástima por una persona que nos está victimando puede
establecer una situación donde la persona nos pueda convertir de
nuevo en su víctima.
No tratamos de forzar consecuencias ni crisis sobre otra persona,
pero tampoco la rescatamos de las consecuencias lógicas de su
conducta. Si hay un papel que tengamos la responsabilidad de jugar
para que se den esas consecuencias, lo desempeñamos, no para
controlar ni para castigar, sino para ser responsables con nosotros
mismos y con los demás.
Tratamos de descubrir qué podemos estar haciendo que nos hace sentir
victimados, o qué papel estamos jugando dentro de un sistema, y
dejamos, también, de hacerlo. No tenemos poder sobre los demás ni
sobre su conducta, pero podemos apropiarnos de nuestra fuerza y
apartarnos de ser víctimas.
Hoy asumiré la responsabilidad de ser yo mismo y de demostrárselo a
los demás al no permitir que se me victime.  No puedo controlar los
acontecimientos, pero sí puedo controlar mi actitud al ser
victimado. No soy una víctima; no merezco ser victimado.

11.10.11

Escondido en la Ciudad 94, en las ramas, 2010, fotografía.





Desapego
El concepto del “dejar ir” puede ser confuso para muchos de
nosotros. ¿Cuándo estamos haciendo demasiado o esforzándonos
demasiado por controlar a la gente y los sucesos? ¿Cuándo estamos
haciendo demasiado poco? ¿Cuándo estamos haciendo lo apropiado para
cuidar de nosotros mismos? ¿Cuál es nuestra responsabilidad y cuál no
es?.
Estas cuestiones nos pueden desafiar, ya sea que hayamos estado en
recuperación durante diez días o diez años. A veces dejamos ir
tanto, que descuidamos la responsabilidad para con nosotros mismos y
con los demás. Otras, quizá crucemos la línea que existe entre
cuidar de nosotros mismos y controlar a los demás y a los sucesos.
No hay un libro de reglas respecto a esto. Pero no tenemos por qué
volvernos locos, no tenemos por qué tener tanto miedo. No tenemos
que recuperarnos perfectamente. Si parece que necesitamos emprender
determinada acción, podemos hacerlo. Si ninguna acción parece
oportuna o inspirada, no la llevamos a cabo.
Tener y fijar límites sanos –fronteras sanas- no es un proceso
ordenado. Podemos darnos permiso a nosotros mismos de experimentar,
de cometer errores, de aprender, de crecer.
Podemos hablar con la gente, hacer preguntas y cuestionarnos a
nosotros mismos. Si hay algo que necesitamos hacer o aprender, esto
se volverá aparente. Las lecciones no se van. Si no estamos cuidando
de nosotros mismos lo  suficiente, lo veremos. Si estamos siendo
demasiado controladores, también llegaremos a entenderlo. Las cosas
se solucionarán. El camino se despejará.
Hoy emprenderé las acciones que me parezcan apropiadas. El resto lo
dejaré ir. Lucharé por conseguir el equilibrio entre la
responsabilidad conmigo mismo, la responsabilidad para con los demás
y el dejar ir.

30.9.11

Sin título, 1975, trabajo en papel.






Miedo

No seas demasiado tímido y escrupuloso acerca de tus actos. La vida entera es un experimento. Cuantos más experimentos hagas, mejor. ¿Qué importa si éstos son un tanto burdos y te empapas o te rasgas la ropa, o si fracasas y te revuelcas en la tierra una o dos veces? Te levantas de nuevo; nunca debes tenerle tanto miedo a una caída.
Ralph Waldo Emerson.


El miedo puede ser un gran obstáculo para muchos de nosotros: miedo a la fragilidad, miedo al fracaso, miedo a cometer un error, miedo al qué dirán, miedo al éxito. Quizá dudemos tanto de nuestra siguiente acción o palabra que acabemos convenciéndonos de no participar en la vida.


“¡Pero ya fracasé antes!” “¡No puedo hacerlo bien!” “¡Mira lo que me pasó la última vez!” “¿Qué pasaría si...?” Estas afirmaciones pueden ser un disfraz del miedo. A veces, el miedo es el disfraz de la vergüenza.
Después de que terminé los primeros dos capítulos de un libro que estaba escribiendo, los leí e hice una mueca. “No están bien”, pensé. “No puedo hacerlo”. Estaba lista para tirar los capítulos por la ventana y tirar también mi carrera como autora.


Una amiga escritora me llamó y le conté mi problema. Ella me escuchó y me dijo: “Esos capítulos están  bien. Deja ese miedo. Deja de criticarte a ti misma y sigue escribiendo”.
Seguí su consejo. El libro que estuve a punto de tirar a la basura se convirtió en un éxito de ventas del New York Times. Relájate. Nuestro mejor esfuerzo es suficientemente bueno. Puede ser mejor de lo que pensamos. Incluso nuestros fracasos pueden convertirse en importantes experiencias de aprendizaje que nos
lleven directamente al éxito, y que sean necesarias para él.


Siente el miedo y luego déjalo ir. Decídete y hazlo, sea lo que sea.
Si nuestros instintos y nuestro sendero nos han traído hasta aquí, aquí es donde debemos estar.
Hoy participare en la vida al máximo de mi capacidad, sin importarme el resultado. Eso me hace ser un ganador.

28.9.11

Ojo de agua, 2010, óleo.





El manejo de los sentimientos dolorosos
El sentimiento de haber sido lastimados y el de ira son los más
difíciles de encarar. Nos podemos sentir vulnerables, asustados e
impotentes cuando estos sentimientos comienzan a aflorar, porque
pueden disparar el recuerdo de ocasiones similares en que nos
sentiamos impotentes.
A veces, para recuperar el sentido de control, quizá castiguemos a
la gente que está a nuestro alrededor, ya sea que los culpemos de
esos sentimientos o que sean víctimas inocentes. Quizá tratemos de
“desquitarnos” o de manipular a espaldas de la gente para ganar la
sensación de poder sobre la situación.
Estas acciones quizá nos den un sentimiento temporal de
satisfacción, pero sólo nos harán posponer la decisión de afrontar
nuestro dolor.
Sentirse herido no tiene que ser algo tan atemorizante ni tenemos
que trabajar tan duro para evitarlo. Aunque sentirse herido no es
tan bonito como sentirse feliz, los sentimientos siguen siendo sólo
eso, sentimientos.
Podemos someternos a ellos, sentirlos y seguir adelante. Eso no
significa que tengamos que buscar sentirnos heridos o detenernos
innecesariamente en ese tipo de sentimientos. El dolor emocional no
tiene por qué devastarnos. Podemos sentarnos derechos, sentir el
dolor, indagar si necesitamos hacer algo para cuidar de nosotros
mismos y luego proseguir con nuestra vida.
No tenemos que actuar con prisas; no tenemos que castigar a los
demás para tener control sobre nuestros sentimientos. Podemos
empezar compartiendo con otros nuestro dolor de sentirnos
lastimados. Esto trae un alivio y a menudo la curación tanto para
ellos como para nosotros.
Con el tiempo aprenderemos la lección de que la verdadera fuerza
proviene de que nos permitamos a nosotros mismos ser lo bastante
vulnerables como para sentir el dolor. La verdadera fuerza proviene
de saber que podemos cuidar de nosotros mismos, aunque sintamos
dolor emocional. La verdadera fuerza nos viene cuando dejamos de
hacer responsables a los demás de nuestro dolor y asumimos la
responsabilidad de nuestros propios sentimientos.
Hoy me someteré a mis sentimientos, incluso a los que son
emocionalmente dolorosos. En vez de actuar con urgencia, o de intentar
castigar a alguien, seré lo bastante vulnerable para experimentar
mis sentimientos.

19.9.11

Sin título, 2011, fotografía. (Mar muerto)


El amoroso cuidado de uno mismo
....no hay una guía para fijar límites. Cada uno tiene su propia
guía en su interior. Si seguimos trabajando en nuestra recuperación,
se desarrollarán nuestros límites y se volverán sanos y sensatos.
Nuestro Yo nos dirá lo que necesitamos saber, y nos amaremos lo
suficiente a nosotros mismos como para escuchar.
Más allá de la codependencia.
¿Qué necesitamos hacer para cuidar de nosotros mismos?
Escuchar la voz interior. ¿Qué te hace enojar? ¿De qué estás harto?
¿En qué no confías? ¿Qué no te parece bien? ¿Qué no puedes soportar?
¿Qué te pone incómodo? ¿Qué quieres? ¿Qué necesitas? ¿Qué no quieres
ni necesitas? ¿Qué te gusta? ¿Qué te hace sentir bien?
En la recuperación aprendemos que cuidar de uno mismo nos conduce al
sendero de la voluntad de Dios y al plan que Él tiene para nuestra
vida. El cuidar de uno mismo nunca nos aparta de lo que es nuestro
mayor beneficio; nos conduce a ello.
Aprende a cultivar esa voz interior. Podemos confiar en nosotros
mismos y cuidar de nosotros mismos. Somos más sabios de lo que
pensamos. Nuestra guía es interior y siempre está presente. Escucha
esa guía, confía en ella y cultívala.
Hoy afirmaré que soy un regalo para mí mismo y para el Universo.
Recordare que el amoroso cuidado de uno mismo hace posible ese
regalo en su forma más superior.

16.9.11

Sin título, 2011, oleo en papel



Límites sanos
Los límites son vitales para la recuperación. Tener y fijar límites
sanos es importante en todas las fases de la recuperación: en el
aumento de la autoestima, en el manejo de sentimientos y en el aprender a amarnos y valorarnos realmente.

Los límites surgen desde lo profundo de nuestro ser. Tienen relación
con el cese de los sentimientos de culpa y de vergüenza, y con el cambio de nuestra creencia respecto de lo que merecemos. A medida que se clarifican nuestros pensamientos acerca de todo esto, sucede lo mismo con nuestros límites.

Los límites también están conectados a un Tiempo Superior al nuestro. 

Fijaremos un límite sólo cuando estemos listos para hacerlo, ni un momento antes. Lo mismo harán los demás.

Hay algo mágico acerca de alcanzar el punto en que uno está listo para fijar un límite. Sabemos que hablamos en serio; los demás también nos toman en serio. Las cosas cambian, no porque estemos controlando a los demás, sino porque nosotros hemos cambiado.

Hoy confiaré en que aprenderé, en que creceré interiormente y en que
fijaré a mi propio ritmo los límites que necesito en mi vida. Este ritmo debe ser el adecuado sólo para mí.

12.9.11

Plaza de la Libertad, Septiembre 11 2001, Nueva York, fotografía.


A veces sólo toma un poquito de práctica y de análisis consciente el despertar nuestra parte emocional. Las siguientes cosas me ayudan a ponerme en contacto con mis sentimientos: el ejercicio físico, escribir cartas que no tengo la intención de enviar, hablar con la gente con la que me siento segura, y pasar un rato en callada meditación. Necesitamos hacer del análisis consciente de nosotros mismos un hábito. Necesitamos prestar atención a las actitudes de “no deberías sentirte así” que nos decimos a nosotros mismos; necesitamos prestar atención a nuestro nivel de comodidad; necesitamos escuchar lo que estamos pensando y diciendo y al tono de voz que empleamos; necesitamos tener los ojos puestos en lo que estamos haciendo. Encontraremos nuestro camino hacia nuestras emociones y a través de ellas, un camino que a nosotros nos funcione.

Necesitamos invitar a las emociones a nuestra vida. Y luego hacer el compromiso de cuidar de ellas gentil y amorosamente. Sentir nuestros sentimientos. Confiar en nuestros sentimientos y confiar en nosotros mismos. Somos más listos de lo que pensamos.

9.9.11

Mona Lisa, 1503-19, óleo.


A veces sólo toma un poquito de práctica y de análisis consciente el despertar nuestra parte emocional. Las siguientes cosas me ayudan a ponerme en contacto con mis sentimientos: el ejercicio físico, escribir cartas que no tengo la intención de enviar, hablar con la gente con la que me siento segura, y pasar un rato en callada meditación. Necesitamos hacer del análisis consciente de nosotros mismos un hábito. Necesitamos prestar atención a las actitudes de “no deberías sentirte así” que nos decimos a nosotros mismos; necesitamos prestar atención a nuestro nivel de comodidad; necesitamos escuchar lo que estamos pensando y diciendo y al tono de voz que empleamos; necesitamos tener los ojos puestos en lo que estamos haciendo. Encontraremos nuestro camino hacia nuestras emociones y a través de ellas, un camino que a nosotros nos funcione.
Necesitamos invitar a las emociones a nuestra vida. Y luego hacer el compromiso de cuidar de ellas gentil y amorosamente. Sentir nuestros sentimientos. Confiar en nuestros sentimientos y confiar en nosotros mismos. Somos más listos de lo que pensamos.

8.9.11

Al cambiar de forma 1, 2010, cibachrome.


Cada dominio de intercambio personal (conocidos, pareja, padres, extraños, figuras de autoridad o relaciones profesionales) constituye una dimensión especial donde la asertividad puede darse o no. No obstante, en nuestra experiencia, las personas tímidas, emocionalmente dependientes, represoras e introvertidas parecen estar caracterizadas por lo que podríamos llamar una personalidad inasertiva.

PARA EXIGIR respeto debo empezar por respetarme a mí mismo y reconocer aquello que me hace particularmente valioso, es decir: debo quererme y sentirme digno de amor. Precisamente, la dignidad personal es el reconocimiento de que somos merecedores de lo mejor. Así como nos sentimos amados e importantes cuando alguien nos defiende y nos cuida, de igual manera la autoestima sube como espuma cuando nos resistimos a ser sacrificados, utilizados o explotados.